El hombre en la cuerda.
Continuación. Parte 2
Parte 1 aquíContinuación. Parte 2
Cuando no estaba en el colegio, me bañaba en la quebrada con los otros niños, jugaba fútbol, trepaba los árboles para comer mangos y guayabas, corría detrás de las gallinas y le ayudaba a Campo. Ayudarle era fácil, tenía que pasarle la pala cuando la dejaba lejos, llevarle agua, llevarle el almuerzo y ordenar las yucas o los plátanos en la carretilla para que no se cayeran; lo que más me gustaba era ir a pescar, la última vez que fuimos me enseñó a tirar el anzuelo y a descamar los pescaditos agonizantes.
Por las noches me sentaba con mamá en una mesa a revisar los cuadernos, terminar las tareas y alistar la mochila de llevar al colegio, a esa hora Campo se sentaba en una mecedora lejos de nosotros a tomar tinto y a fumar tabaco; si Campo hubiese venido a la ciudad diría que todos están locos, fuman tabacos delgados y blancos, con la candela para afuera, Campo decía que eso era para mujeres, de pronto aquí en la ciudad todos son mujeres. Siempre que terminábamos de hacer todo mamá se ponía de pie, me daba un beso en la frente y caminaba alegre a donde Campo, le decía cosas que nunca entendí, él se levantaba, la tomaba de la mano y la guiaba a la quebrada, allá se quedaban mucho tiempo, me gustaba mirarlos sobre todo cuando ella le recostaba la cabeza en el hombro; era algo bonito, luego me daba sueño, me iba a dormir y cuando despertaba ahí estaba mamá a mi lado.
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